martes, 28 de septiembre de 2010

Elisa habla de las Benjumea

Las herederas de los Benjumea eran toas hijas. Ellas serían de mi edad y tenían novio. Venían aquí a la Puebla y salían con las Vargas. Algunas veces nos hemos juntado en misa con ellas, pero yo nunca dije, yo… y eso no se hablaba, que yo era la hija del maestro albañil, del maestro molino; ellas decían el maestro molino, pero buenoPero bueno que ellas venían aquí, iban a misa, traían vestidos más bonitos. Hubo una vez que empezaron a venir con unos vestidos de cuadritos…
Bueno, ella era amiga de Rosario Vargas y de Carmela, de Francisca no, ella era un poco mayor que Francisca y que yo. Bueno, pues la dos se echaron novio. Una se casó con un tal Torrontegui, y yo no sé si era futbolista del Sevilla. Y otra se casó con otro que era aviador. Juanita, se llamaba. Juanita era la del aviador. Ellas se iban al campo y el aviador venía aquí a verlas a ellas y aterrizaba allí en el campo y ellas se acercaban, y se formaba... Tú sabes, la gente. Y el aviador, hoy viene el aviador, y se acercaba mucha gente pa verlo. Y una vez vino el aviador sin avisar y no fue casi nadie, pero había un hombre allí trabajando, y el aviador el avión lo bajó tanto que se cargó al muchacho, a un muchacho que estaba trabajando allí, porque él aterrizaba donde le parecía: por tal terreno, por tal sitio. To esto es mío. Y era un trabajador de la casa, uno del campo, de tierras que tenían. Pero dio la casualidad que aquel día (porque siempre se sabía) no había gente. Cuando venía iba la gente, se montaba en los cerritos, pero aquel día no había na, ella no estaba tampoco esperándolo a él. Él vino a darle la sorpresa. El muchacho tenía ya tres o cuatro hijos y estaba trabajando en el campo. Quién se iba a imaginar… En el pueblo se habló mucho. Se investigó, pero ahí lo taparon to dándole a la familia un dinerito de porra frita. Porque lo que se tenía que haber hecho era haberle dao a esa familia, tú sabes, indemizao. Aquello fue en La Puebla mu gordo, porque él era un hombre mu bueno, vivían allí en el campo. Algo le darían: pa un entierro, pa… To mu triste. La gente aquí decía: debíamos de dar parte, de esto se debía dar parte, pero no se dio y tor el mundo se calló. Pero después él murió en un accidente de aviación, el aviador. Ya estaban casaos. Se casó con Juanita, Juanita se llamaba, Juanita Benjumea. Y ya ellos estaban casaos y tenían dos hijos o tres, me parece, y él venía de… no sé dónde, y ella estaba... Fue mu desagradable todo aquello. Eso me lo contaba a mí Francisca, que fue ella a esperarle y al aterrizar él se mató, se mató con el avión, hay que ver. Y la gente decía: dicen que no hay Dios y mira, mira. Pero lo otro se quedó.