miércoles, 26 de septiembre de 2012

Hace tres días que empezó... 
el otoño del 12

 


Miércoles, 26 de septiembre del 12. Hace no más de un par de horas era 25-S. Este año, al que por suerte sólo le quedan tres meses para morir, ha sido muy pródigo en fechas señaladas con ese maldito guión que marca los días antes esperanzados pero hoy ya claramente brutales de nuestros desencuentros con los que dicen que nos gobiernan. Qué raro es eso de gobernar. Seguro que yo lo haría fatal porque siempre pido las cosas por favor, les doy las gracias a los camareros cuando me sirven la cerveza y los buenos días a los conductores de autobús. 
Una vez, hace pocos años, tuve que explicarle a mi querido amigo Mirko Visentin, joven veneciano y bella persona, cómo me parecía que debían ser las relaciones con los servidores (públicos o privados) que nos hacen la vida más fácil: saludarles, decirles con la mirada que aprecias su trabajo y sonreírles porque estás ante profesionales que velan por tu bienestar. Él, que llegaba de la muy civilizada Europa, estaba asombrado, y emocionado, al observar semejantes costumbres. Estoy segura de que las sigue practicando, porque son adictivas. La tarde del día que ya ha pasado he sentido una inquietante sensación, la de que el cuerpo de servidores públicos que según dicen se encarga de mi seguridad personal y de la de mi familia nos ha apaleado, ha escupido sobre nuestros pobres restos, nos han insultado, y luego ha tendido la mano para que les diéramos la soldada. Señores, quedan ustedes despedidos. 

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