domingo, 24 de marzo de 2013

JOSÉ MARÍA MORENO GALVÁN 

en TRIUNFO

EL DISEÑO y la CHAPUZA


Hay mucha distancia entre un artista y un diseñador, aun cuando sus tareas parezcan complementarias. Sí, porque son muy distantes también sus objetivos. El artista pretende dar un testimonio del mundo; el diseñador pretende hacer un proyecto válido para el mundo. Vale la pena decir que aquí, en España, tenemos que intensificar la tarea del diseño. Estamos en una etapa caracterizada por el fenómeno de que la producción es mucho más rápida que la creación. Si abandonamos definitivamente esta última, caeremos en una especie de barbarie pragmática de la que nos será muy difícil liberarnos. O diseñamos cuidadosamente los objetos que producimos o nos convertiremos, sencillamente, en animales de consumo, con todas sus consecuencias. Ahora bien, el diseño debería llegar a todo. No basta diseñar objetos. Hay que diseñar las líneas directrices del diseño. Hay que diseñar objetos pero también la publicidad que promociona los objetos. Incluso hay que diseñar una moral de la persuasión. Ahora, por ejemplo, vivimos en la época de los detergentes. La familia de “los bios” acabará matando este país: las polienzimas biológicas del Biogazpacho, en su acción ciclamática contra las partículas de la suciedad perifóllica… etcétera. Y luego viene un señor que hace seriamente su colada en las nieves polares para demostrar cómo quedan de limpias las enaguas de su abuela, etcétera.


TRIUNFO, 395, XXIV.